A finales de 1972, el industrial Jaume Canivell, financia una cacería con asistencia de importantes cargos gubernamentales y así sacar provecho para su negocio. La cacería se lleva a cabo en la finca Los Tejadillos, propiedad del marqués José de Leguineche, un maduro fetichista propenso a no dejar escapar ni un solo céntimo de su patrimonio. En la primavera de 1977, tras la muerte de Franco, el marqués de Legineche, junto a su entorno más próximo, decide instalarse de nuevo en su semiderruido palacio madrileño, ocupado por su esposa legítima, Eugenia, condesa de Santagón. El marqués, dispuesto a sacar dinero de debajo de las piedras y secundado por su hijo, Luis José, su nuera, Chus, y el fiel criado para todo, Segundo, se autodeclara Patrimonio Nacional para disfrute de los turistas que paguen por admirarlo. En febrero de 1981, el marqués se ha visto obligado a malvender el palacio y, de cara a los Mundiales de Fútbol, todos aportan ideas con las que enriquecerse a costa de los futuros visitantes. Pero, tras el intento de golpe de estado y con el miedo a la llegada de un gobierno socialista, los Leguineche tratan de sacar de España su capital y el de Chus, que acaba de heredar, haciéndose pasar por enfermos peregrinos a Lourdes.
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